LAS MASCOTAS COMO TERAPEUTAS EN LA TERCERA EDAD



Entre las grandes necesidades de las personas mayores está el AFECTO.

En muchas ocasiones la persona mayor se encuentra sola durante todo el día, sin posibilidad de hablar con nadie, con el único consuelo de la televisión y el silencio como compañero triste y pesado.

Pero las personas mayores tienen unas necesidades afectivas inmensas: se sienten solas, y los días se hacen eternos. Muchas de las personas mayores a las que se les pregunta, tienen como toda actividad realizar las tareas domésticas y en algunos casos dar un paseo por el parque.




Se trata de personas acostumbradas a tener actividad y personas en torno suyo, y con el tiempo se han quedado solas. La llamada de los hijos, la visita de los nietos se convierte en el único modo de compensar esa soledad y aislamiento.

En este punto se puede pensar que un animal de compañía puede ser un terapeuta de primera magnitud. dependiendo de las condiciones físicas de la persona (movilidad), pueden tener en un perro pequeño y tranquilo o en un gato una fuente de satisfacción: pueden volver a sentirse útiles, necesarias, pueden hacer de ese animal su compañero,

Cuidarle, acariciarle, sentir sus mimos, observar sus movimientos, les entretiene y les permite dar rienda suelta a su afecto: darlo y recibirlo.

Los animales son tremendamente intuitivos, fieles y normalmente cariñosos, obligan al anciano a mantenerse en el mundo demandando comida, agradeciendo un mimo, acurrucándose a su lado. Potencian la sensación de compañía y tienen un efecto terapéutico incrementando el bienestar psicológico de la persona.

Existe la posibilidad de adoptar un perro con adiestramiento específico para las personas mayores con problemas de movilidad reducida, de forma que el perro aprende a recoger y arrastrar objetos del suelo o pulsar botones de urgencia. Adiestrado o no, el perro es capaz de alertar ante un problema, teniendo normalmente una conexión con el dueño que traspasa lo emocional llegando a poder intuir que "algo va mal" en su dueño.


Perro, gato... eso es una opción personal, según gustos y especialmente del estado físico de la persona (movilidad)

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